La revolución industrial es, probablemente, el suceso histórico más influyente sobre el estilo de vida de la sociedad contemporánea. A partir de dicho período, las condiciones de vida del ser humano promedio mejoraron a pasos agigantados. No obstante, dependemos cada día más de tecnologías y comodidades que nos resultan imprescindibles para el desarrollo de nuestras actividades cotidianas: el automóvil, la calefacción, el internet, etc. Como especie, estuvimos siempre tan enfocados en el frenético crecimiento y en el desarrollo, que jamás nos detuvimos a preguntarnos si aquel ritmo de crecimiento era sustentable a largo plazo. Y los arquitectos no fuimos la excepción.