Arquitectura
Casaphoria: una labor que trasciende lo estético
Una niña de doce años entra a un museo. El museo es grande, mejor dicho, gigante. Mientras recorre las salas con sus padres, siempre un paso adelante de ellos, sus ojos lo devoran todo y, cuando el asombro se apodera de ella, señala y los invita a degustar: desde Picasso hasta Van Gogh. La niña se detiene a ver como quién descubre el mundo; con entusiasmo y curiosidad, mira y vuelve mirar.
Una niña de doce años entra a un museo. El museo es grande, mejor dicho, gigante. Mientras recorre las salas con sus padres, siempre un paso adelante de ellos, sus ojos lo devoran todo y, cuando el asombro se apodera de ella, señala y los invita a degustar: desde Picasso hasta Van Gogh. La niña se detiene a ver como quién descubre el mundo; con entusiasmo y curiosidad, mira y vuelve mirar.
No sé si Francis López, la líder del estudio Casaphoria, descubrió en esa visita al MoMa su pasión por la expresión visual y espacial, tampoco sé si entonces intuyó que haría un minor en Historia del Arte o que luego se se convertiría en arquitecta; lo que sé es que —como ella afirma— ese acercamiento temprano a algunas de las obras de arte más trascendentes de la historia la cambió.
Según Francis, su amor por el arte se sembró en esa visita, pero se edificó con sus estudios universitarios. Gracias a esos conocimientos, en su siguiente encuentro con Water Lilies (1914-1926), de Claude Monet, fue capaz de vislumbrar las posibilidades del “gran formato y las de pintar la luz”. De la misma manera, en su segundo encuentro con One: Number 31 (1950), de Jackson Pollock, entendió “que más allá de lo visual hay algo muy interno: un significado”.
Cuando hablé con esta arquitecta advertí que el asombro y empuje de esa niña de doce años siguen presentes en la forma en la que lidera Casaphoria. Las propuestas de su equipo buscan generar una sensación de bienestar y alegría al habitar un espacio, tal vez eso sea un intento por recapturar la emoción que sintió al contemplar a Monet. Asimismo, los proyectos que idean desean que cada rincón evidencie, al igual que un Pollock, altos niveles de detalle y expresión creativa y conceptual. Cuando se trata de este estudio, no hay cabos sueltos ni casualidades, todo está pensado.
A escala humana
La labor de Casaphoria trasciende lo estético. Cuando le pregunté a Francis sobre el porqué de este nombre, me dijo que siempre le interesó la palabra casa, ya que uno de los principales pilares de su trabajo es el desarrollo de viviendas. Es esta perspectiva intimista la que la ha motivado a siempre considerar la escala humana, es decir, a pensar en un usuario más allá del estilo que se pueda proponer.
Gran parte del proceso creativo de este estudio consiste en escuchar y observar. Por eso, se orquestan entrevistas en las que se recopila la información que se requiere para generar ideas funcionales. De la misma manera, durante este proceso también se ejercita la mirada. Este equipo ha aprendido a ver y conocer a sus clientes y los entornos en los que habitan, solo así son capaces de descubrir qué funciona y qué no, o qué podría gustarles y qué no.
Un claro ejemplo de esto es el diseño propuesto para Casa Checa, una vivienda en la que se buscaba vincular lo moderno y contemporáneo con ciertos elementos característicos de nuestro país, como obras originales de Guayasamín. Para los integrantes de Casaphoria el reto consistía en idear una propuesta en la que la coherencia generara armonía. Fue por eso que recurrieron a materiales naturales o piezas características de nuestras culturas, como una madera de gran formato en el comedor, lino en el sofá o piezas precolombinas.
Entre la alegría y ante cada reto
El nombre Casaphoria no solo hace referencia al hogar, según Francis, la palabra euforia debía también estar presente, pues le resulta esencial tener la oportunidad de ejercer una profesión que le apasiona. Ella admitió que el amor al oficio es algo que comparte con sus compañeros y que, por eso, a veces se borra la delgada línea que separa los negocios del placer.
Es esta alegría la que les ha llevado a enfrentar nuevos retos con una sonrisa. En la actualidad están trabajando en una propuesta para la Casa Gangotena, su primer acercamiento a la labor patrimonial. Cuando pregunté sobre las dificultades y retos que esto implica, Francis me respondió conoptimismo y yo volví a encontrarme con la niña de doce años que entró con curiosidad al MoMa: “Trabajar en patrimonio es muy interesante, porque se añade una variable más a todas las que ya tienes”.
Casaphoria se enfoca en crear propuestas dirigidas a entornos residenciales, de hospitalidad y retail, pero, sobre todo, se caracteriza porque ofrece un servicio de enfoque humano. Esta visión no solo le permite a este equipo comprender el componente subjetivo y afectivo de sus usuarios, sino también desarrollar el afán creativo de cada uno de sus integrantes. Es así que cada proyecto busca idear conceptos que exalten —al igual que un Monet o un Pollock—, pero que, además, ofrezcan una experiencia que mejore la calidad de vida de quienes habitan un espacio.