Experiencias
Hacienda Pimán: Riqueza histórica, humana y natural
“Su aspecto para mí, nuevo y antiguo, como de amigos perdidos y encontrados, me enternecía oscuramente, cuál si una parte mi mismo, de la vida ya despojada, persistiera ahí presente e inasible”.
Así describía Gonzalo Zaldumbide, destacado crítico literario, novelista y diplomático ecuatoriano, a la Hacienda Pimán en su novela Égloga trágica. La razón del sentimiento no era casualidad, ya que fue precisamente en este lugar en donde el autor escribió gran parte de la obra, sin embargo, ¿qué vínculo tenía este escritor con la estancia para relatarla con tal profundidad?
Revista Inhaus se adentra en la historia de este mágico lugar de la mano de Guillermo Zaldumbide, actual propietario, para conocer el valor de uno de los alojamientos más emblemáticos y antiguos de la provincia de Imbabura.
Un patrimonio familiar
Ubicada entre la ciudad de Ibarra y el Valle del Chota, a más de dos mil metros de altura sobre el nivel del mar y con un clima subtropical que se mantiene durante todo el año, se encuentra Hacienda Pimán. Es patrimonio de la familia Zaldumbide desde inicios del siglo dieciocho y lleva más de cuatrocientos años en pie como silenciosa vigilante del inevitable paso del tiempo.
Al iniciar la entrevista, Guillermo nos especifica un breve, pero detallado contexto histórico del sitio para entender la importancia que ha mantenido desde su construcción.
Guillermo: El lugar original contaba con alrededor de 24.000 hectáreas de terreno, desde la laguna de Yahuarcocha hasta el valle del Chota y colindando también con los páramos de Zuleta. En aquella época una de sus principales actividades fue la agricultura, con diferentes tipos de cultivos, desde cebada y papas en la parte alta, hasta caña de azúcar y algodón en la parte baja. Sin embargo, se destacó por ser uno de los principales criaderos de burros de carga previo a la llegada de los vehículos, alcanzando a criar a más de 15.000 en toda su historia.
De igual forma, remarca con énfasis que Pimán fue hogar de destacados personajes de la historia del Ecuador, tales como Manuel Rubio de Alvarado, presidente de la Real Audiencia de Quito, Joaquín Zaldumbide Rubio de Arévalo, prócer de la independencia, Julio Zaldumbide Gangotena y Gonzalo Zaldumbide Gomez de la Torre, reconocidos literatos y poetas nacionales. Además, de haber albergado a grandes figuras como Simón Bolívar, el libertador, quien descansó allí durante sus trayectos en más de una ocasión.
Rescatando el legado
Después de varias ventas que se realizaron a las comunidades vecinas, la Hacienda Pimán quedó reducida a la casa patrimonial con cinco hectáreas, quedando aislada y hasta cierto punto abandonada por cerca de treinta años. En 2011, Guillermo y su esposa Roxana Ammeter decidieron restaurarlo con el propósito de regresarle su auténtico esplendor y mantener un legado de cientos de años de historia, literatura y sabiduría ancestral.
G: Al decidir recuperar la hacienda contamos con la ayuda del arquitecto Rodrigo Pallares Zaldumbide, quien logró que la UNESCO declarara a Quito como Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1978. Su experiencia en temas patrimoniales fue clave, ya que únicamente nos solicitó dos cosas: no crear falsos históricos, es decir, dejar lo antiguo intacto, y que la nueva arquitectura sea contemporánea, respetando así el estilo de cada época.
Siguiendo el consejo de Pallares Zaldumbide, se inició la ejecución de las obras de restauración del lugar para transformarlo en un hotel boutique de primer nivel. Un enfoque importante se encontró en potenciar la riqueza de la provincia de Imbabura, puesto que la experiencia no existiría tal y como es, sin la sinergia que tiene con su entorno natural y social.
La cultura y su vínculo con la Hacienda
Este proyecto ha recuperado la relevancia del contexto cultural en el que se encuentra. Al ser Ibarra la población más cercana, toma un rol protagónico dentro de las actividades que se ofrecen.
G: Siempre esperamos que los huéspedes salgan a explorar. Ofrecemos excursiones a Pimampiro, en donde existe una reserva de osos de anteojos, además de visitar su centro, en el cual existe una cohesión de culturas impresionante, entre los afros del Chota e indígenas de los páramos. De igual forma, visitamos la Reserva Ecológica El Ángel, las zafras para observar el proceso de la caña de azúcar, entre muchas otras, intentando extender la frontera turística que se había quedado únicamente en Otavalo.
Cabe resaltar que al hablar de vínculo no únicamente se hace referencia al espacio físico o entorno, sino también a sus habitantes. El equipo de trabajo está conformado por locales de Imbabura, conocedores y expertos de la zona, que ofrecen a los huéspedes una experiencia más cercana y cálida.
G: Nosotros pensamos que lo mejor es mantener cerca a la gente local, a quienes hemos capacitado para que puedan desenvolverse en sus distintos roles. Todo nuestro personal, a excepción de una persona, son parte de las comunidades de Imbabura. Siempre intentamos no depender de personas externas, lo que te ayuda a mantener una buena relación con la comunidad.
La experiencia de Pimán
En nuestra visita pudimos constatar el cariño de los miembros del equipo hacia la familia y ser testigos de su crecimiento dentro de su ambiente laboral. Este es el caso, por ejemplo, del chef ejecutivo, quien inició sus labores como albañil y terminó siendo la mente creativa detrás de platos imperdibles, realizados con productos locales, en su gran mayoría pertenecientes a la huerta.
Para Guillermo la experiencia va mucho más allá de un espacio en el que puedas descansar y desconectarte. En su opinión, el verdadero valor se encuentra en los detalles, los elementos y la historia.
Sus imponentes jardines y árboles centenarios, como palmeras, lúcumas y araucarias, la convierten en un paradisíaco paraje campestre con la capacidad de transportarte en el tiempo. De igual forma, cuenta con ambientes como un mariposario y orquideario.
G: Gracias a su ubicación y clima, Pimán tiene una estructura no muy común en la serranía del Ecuador. Se reconstruyó tras el terremoto de 1868, tomando como base a las haciendas del eje cafetero colombiano. Por ello, vas a encontrar elementos únicos como largos corredores, jardines y un patio interior.
Con diecisiete habitaciones, elegantes salas de estar, biblioteca, restaurante gourmet con recetas nacionales e internacionales, jardines privados, piscina al aire libre y una capilla, es el lugar ideal para conectar con la naturaleza y el patrimonio histórico a la vez. Sus espacios decorados evocan una atmósfera mística en la que con suerte e inspiración, al igual que Julio o Gonzalo Zaldumbide, se pueden escribir historias que trascienden el tiempo.
Hacienda Pimán es un reflejo vivo de hospitalidad, calidez y excelencia. Tanto Guillermo como Roxana y todo el equipo demuestran eficacia al igual que conocimiento, así como un profundo respeto al pasado y a la vida.