Arquitectura
Emilio López: arquitectura desde el territorio
La ocupación del territorio es un acto ligado de manera irrefutable al oficio de la arquitectura, pues sin lugar no existe proyecto. Emilio López es un arquitecto ecuatoriano que busca desarrollar obras que no solo acepten dicha condición, sino que creen un equilibrio entre ambos.
La ocupación del territorio es un acto ligado de manera irrefutable al oficio de la arquitectura, pues sin lugar no existe proyecto. Emilio López es un arquitecto ecuatoriano que busca desarrollar obras que no solo acepten dicha condición, sino que creen un equilibrio entre ambos.
La intención de priorizar esta relación se puede ver plasmada a lo largo de toda esta entrevista, en la que se pudo conocer acerca de su formación y ejercicio profesional. Su trayectoria se ha reflejado mayormente en viviendas unifamiliares, pero a lo largo de este diálogo ha plasmado diversos intereses de lo que desea hacer a continuación. Afirma que las edificaciones que le interesan no están en Europa o Estados Unidos, se encuentran en Latinoamérica en donde, según su perspectiva, —se están haciendo cosas increíbles—.
¿Cómo es tu dinámica de trabajo? Y, ¿desde hace cuánto te dedicas a este oficio?
Emilio: Trabajo principalmente solo, sin embargo he hecho ciertas colaboraciones con mi papá, que también es arquitecto y con otros colegas. En el año 2005 diseñé y construí mi primera obra de manera independiente, pues, naturalmente, mi ejercicio profesional empezó con mi padre. Luego de un tiempo, decidí hacerlo por mi lado, pero estamos en constante contacto profesional, de hecho, tenemos algunos proyectos en marcha.
¿Cuál es el proceso que sigues para proyectar? ¿Tienes algún acercamiento, guión o alguna constante que atraviese tu obra, o depende mucho de cada caso?
E: Desde hace algún tiempo lo que he hecho con encargos de clientes es un acercamiento para entendernos desde la lógica de la —no referencia— arquitectónica. (...) Conversamos sobre el color, la diversidad, los materiales, la relación con lo local, lo que se encuentra en el sector y así se va articulando un relato de lo que quiere el cliente. Después, trabajo con maquetas físicas, en un ir y venir, entre la idea y las reflexiones se va concretando algo real: la arquitectura.
Y al momento de concebir un proyecto, ¿tienes un punto de partida específico?
E: Mis referencias no nacen de buscar otros proyectos arquitectónicos, vienen de otros lados. Dicho esto, van cambiando a lo largo de los años. Podría decir lo que me interesa hoy, estos temas a los que en este momento doy relevancia, pero esto no es totalmente estático. Estoy enfocado en dos temas, el primero es el territorio, hablando más específicamente de los recursos del lugar. Tendemos a pensar en la arquitectura y su contexto, la arquitectura y el territorio, la arquitectura y su entorno, cuando esta es realmente el territorio. Por otro lado, me interesa el trabajo en el centro de Quito, el acto de intervenir en lo edificado. Vivo en el centro por más de diez años y me encanta esta parte de la ciudad, pero lastimosamente se está vaciando. Entonces, busco involucrar la arquitectura con la geografía, el territorio y el paisaje, sea natural o edificado. Y es de estos temas que me conmueven de donde van surgiendo los puntos de partida.
En cuanto a tus estudios de posgrado, pude ver que están enfocados en temas de teoría e historia, más que en diseño o proyecto. ¿Cómo el acto de reflexionar, leer, escribir y teorizar la arquitectura se aplica a tu ejercicio profesional?
E: La verdad, el máster llegó en un punto de mi carrera en el que estaba agotado. Entonces, me enfoqué en mi profundo interés de dar clases y para hacerlo tenía que estudiar. Fue la excusa perfecta para salir al mundo y empezar en la academia. De hecho, hasta hoy sigo enseñando en la universidad. Para mí la teoría se volvió clave para mi oficio como arquitecto. Me ayuda, sobre todo, a reafirmarme en mi ejercicio profesional, en relación a lo que pienso, a los recursos y a nuestro espacio como humanos dentro del lugar.
¿Actualmente estás leyendo sobre algún tema en concreto del que te gustaría hablar?
E: Ahora, por ejemplo, estoy leyendo filosofía que se enfoca en lo —no humano—. Cómo los objetos, los animales, el territorio mismo forman parte de nuestro estar y existir en el mundo. Lo que ha pasado en los últimos cien años tiende a separar la creación del relacionamiento y de los humanos con todo el resto de elementos. Me abre los ojos a esta posibilidad de relacionarnos con el mundo de una forma más horizontal, a nuevas maneras de habitar. Creo que en eso es en lo que más me ayuda la teoría: primero, a entender otras facetas y segundo, a la exploración del territorio. Me interesa la búsqueda en lo difuso.
¿Lo difuso? ¿Podrías contarme un poco más del tema?
E: La verdad es que no he podido aplicar todavía el tema de los límites difusos en todas las obras, es algo muy actual en lo que pienso constantemente y sobre lo que he venido reflexionando. Los límites difusos tienen que ver con los recursos, con posibles cambios en el tiempo y con una forma de relacionarse con el sitio. Más o menos estoy indagando en esto en un nuevo proyecto en las faldas del Ilaló. Ahora, la cuestión es: ¿cómo aplicar esta teoría en el ámbito más urgente, en el ámbito urbano consolidado? Si vamos a la periferia, por supuesto que tenemos mucho espacio y es fácil explorar. El reto ahora es otro: ¿cómo implementar estas estrategias dentro de la ciudad a una mayor escala?
Partiendo del hecho de que la arquitectura y la construcción son oficios que tienen un impacto ambiental irrefutable, ¿cómo consideras tú que se debe actuar para que esta huella disminuya dentro de lo posible?
E: Quizás te puedo responder a través de una experiencia: el proyecto del Ilaló. Ahí, se cosecha todo el consumo de agua de lluvia a través de tanques de almacenaje. Se recolecta y se reutiliza, por ejemplo, en el riego estamos empezando un proceso de reforestación. En cuanto a la luz, se cosecha el sol a través de paneles solares. Si hubiésemos tenido que traer la acometida eléctrica perdíamos cualquier tipo de ahorro de recursos. Además, tenemos sistemas de recolección de desechos de comida, tanto del lugar mismo como de otros que cada semana reutilizamos en el territorio. ¡Tenemos sol todo el día, todos los días del año y no aprovecharlo es una locura!
¿Es decir que la importancia está en involucrarse activamente, no solo cómo arquitecto sino también como individuo?
E: Esto requiere, sobre todo, un cambio de mentalidad, porque, claro, podemos hablar de “lo sustentable y de las certificaciones”, y muchas otras cosas, pero creo que si el cambio no pasa por uno entonces, ¿de qué estamos hablando? Si tú no te haces cargo de tu parte, entonces no eres coherente. Si seguimos esperando que el cambio venga desde afuera, no va a llegar. Y todo esto tiene que ver con nuestro oficio. La responsabilidad es relacionarse con el territorio. ¿Cómo nos relacionamos con él, cómo lo marcamos con la huella que dejamos, cómo establecemos relaciones ahí?
Emilio afirma que los habitantes del Ecuador tienen mucha suerte al vivir en un sitio con un abanico enorme de posibilidades, tanto es así, que muchos estudios que están en el panorama mundial son ecuatorianos. ¿Por qué sucede esto? Porque apuestan por algo que, según este profesional, es sumamente potente: hacer mucho con poco. Desde los recursos, a veces limitados, se puede hacer arquitectura de calidad.