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La infancia es el territorio de la luz, entendida como la mirada inaugural a partir de la cual el niño mira el paisaje por primera vez. En las montañas, las flores y los ríos se vive un momento de detenimiento en el que la naturaleza atraviesa el cuerpo. En algunos creadores, estos instantes de la niñez son clave para la comprensión de su obra, que se propone traducir el lenguaje natural y adquiere características relacionadas con lo divino.

La infancia es el territorio de la luz, entendida como la mirada inaugural a partir de la cual el niño mira el paisaje por primera vez. En las montañas, las flores y los ríos se vive un momento de detenimiento en el que la naturaleza atraviesa el cuerpo. En algunos creadores, estos instantes de la niñez son clave para la comprensión de su obra, que se propone traducir el lenguaje natural y adquiere características relacionadas con lo divino.

Ana Liz Cordero es una artista que nació en Cuenca, Ecuador y pasó gran parte de su infancia en el campo. Se define como una niña observadora, que se maravilló por los colores, las formas y la sincronicidad de la biodiversidad. Otro aspecto crucial fue su acercamiento a comunidades indígenas, resalta su admiración por su manera comunitaria de vivir y el respeto a la naturaleza como el centro de todas sus prácticas. 

Estos dos factores se convirtieron en sus pilares, aristas amplias a las que regresa en cuanto a conceptualización al momento de crear. Su obra es un homenaje a la complejidad y a la diversidad de la creación, sin embargo, su enfoque no se limita a la apreciación estética de la belleza natural, sino a la necesidad de respetar sus mecanismos perfectos y conservar su armonía. 

Actualmente, Ana Liz reside en Dubai y ha sido reconocida como la única artista no árabe en tener una casa patrimonial que sirve como su galería y centro cultural. Además, ha sido beneficiaria de la Golden Visa, un honor concedido a talentos excepcionales, en reconocimiento a su labor artística. Su arte ha llegado a países como Arabia Saudita, Londres, España, Perú, entre otros. Además, en su galería representa a artistas latinoamericanos y fomenta la participación de artesanos de la región en Emiratos Árabes Unidos. 

Su obra se caracteriza por el uso de materiales naturales recolectados en sus entornos locales, desde las dunas del desierto de Dubai hasta las montañas de su natal Ecuador. Cada obra es una exploración de texturas, formas y colores que dan vida a su visión de la naturaleza como una manifestación tangible de lo divino. A través de una noción muy particular de la materialidad, Ana Liz crea obras abstractas que priorizan los materiales descartados, el respeto a los recursos y la interconexión de todas las formas de vida.  

Henry Moore, Barbara Hepworth y Michelangelo Buonarroti son algunos de sus referentes principales, no obstante, se considera en constante evolución a partir de la apreciación de diversas disciplinas como el diseño y la arquitectura. Al inicio, su carrera consistía únicamente en pintura; en la actualidad también experimenta con instalaciones y esculturas. 

Un momento clave para comprender la obra de Ana Liz fue la pandemia, un tiempo de recogimiento y dolor que permitió ampliar sus nociones con respecto a la materialidad y a la libertad. Sus dos grandes series de cuadros “Freedom” y “Everything changed” nacieron de una conexión profunda consigo misma y de la libertad mental como el mayor espectro de las posibilidades. “Freedom”, por ejemplo, usa el color dorado por una alusión al Ecuador y al Inti Raymi. Además, utiliza elementos propios de Dubai como la palmera datilera, con su significado ligado a las alas y a la posibilidad de volar. 

La obra de Ana Liz representa un regreso a lo natural a partir de las acciones más presentes en su proceso creativo: la observación y la abstracción. Para alcanzar cualquiera de estos dos estados es necesario un momento de detenimiento, alineado a una temporalidad que se aleja del ritmo hiperproductivo y se acerca a la vida. La artista toma el ser un referente del Ecuador en el extranjero con responsabilidad y al hablar sobre sus metas a futuro señala la existencia de muchos sueños, el deseo de que su arte sea valorado y que cada espectador sea capaz de recibir un mensaje emocional al interactuar con su trabajo.