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En INHAUS nos emociona poder traerles fantásticos espacios y más aun si estos se encuentran en nuestra propia ciudad. El Hotel Mansión Alcazar, en la ciudad de Cuenca, nos invitó a visitar sus nuevas suites "Reales del Alcázar".

Estas forman parte de un increíble proyecto de restauración y remodelación, que pone en valor el patrimonio otorgándole un nuevo uso, para convertirse en un enorme regalo y un aporte a la ciudad.

Pudimos conversamos con Paul Vázquez, Arquitecto y diseñador del proyecto, quien nos contó en detalle todos los procesos e ideas tras este.

¿Paul Cómo se inició el proyecto de Reales de Alcázar considerando el contexto patrimonial en el que actuaron?

Paul Vázquez: El proyecto está ubicado en un edificio histórico del centro de Cuenca, al cual el municipio  había dado orden de demolición ya que solo quedaba su fachada y algunas estructuras interiores que se encontraban en muy mal estado y que estaban generando malas condiciones de higiene para el terreno vecino, que es donde se encuentra Mansión Alcazar. Es por esto que los dueños decidieron comprar el terreno e iniciar un nuevo proyecto de suites que se uniera al hotel.

Cómo no existía mucha información sobre la casa en mal estado y el registro fotográfico no era amplio, decidimos iniciar la restauración siguiendo la corriente de Viollet-le-Duc, que nos dice que todos lo elementos de restauración se deben evidenciar. Todas estas ideas se comenzaron a aplicar, en primera instancia, a la fachada, que pintamos de un color oscuro generando un telón de fondo para resaltar sus elementos ornamentales.

¿Cuéntanos cómo relacionaron los sectores del antiguo hotel con esta nueva construcción?

PV: Una de las consideraciones iniciales era relacionar el nuevo proyecto con los antiguos sectores del hotel, y para esto decidimos diseñar un patio jardín, inspirándonos en las antiguas huertas que existían en las casas tradicionales, en el cual colocamos plantas endémicas y especies vegetales que atrajeran tanto a aves como insectos. En la mitad de este patio situamos el núcleo central de escaleras construido en madera, vidrio y ladrillo, todos materiales muy locales. El ladrillo es un aparejo artesanal que permite la entrada de luz, poniendo en valor la mano de obra local. Al momento de seleccionar la madera para el exterior, nos decidimos por la chonta, nuevamente un material local.

¿Cuéntanos sobre algún momento emocionante del proceso de construcción?

PV: En el proceso constructivo fue muy interesante ir encontrando muros de adobe y ladrillo, que se terminaron transformando en un elemento característico del proyecto y que finalmente decidimos dejar visibles, mostrando así los materiales de la construcción original.

Otro proceso interesante fue la selección de los elementos decorativos. Estos fueron elegidos por un diseñador de interiores Estadounidense, llamado Robert McCartney, que había trabajado anteriormente en Mansión Alcazar, el fue capaz de seleccionar y combinar, tanto el mobiliario europeo clásico con piezas más contemporáneas.