Jaime Andrés, dice: “Son conceptos que me gusta tener muy en cuenta, muchas veces de manera inconsciente: en dónde va a ir el agua, el fuego y el elemento central. Se usa sobre todo en la Arquitectura asiática y yo lo aplico mucho en mis proyectos”.  

También se inclina por un estilo minimalista y moderno, con lugares limpios y la utilización constante del color blanco. Sus materiales predilectos son la piedra, el hormigón, el acero y el vidrio; le interesa la creación de espacios simples, con la finalidad de componer una atmósfera adecuada. En cada proyecto busca expresar su gusto por el minimalismo: lo puro y moderno del arte.

Ha sido jurado en varios festivales, como el InspireLi, que premia a los mejores proyectos de estudiantes de Arquitectura a nivel mundial. Su participación en estos eventos le ha permitido compartir con arquitectos con una amplia trayectoria, darse a conocer a nivel internacional y llevar en alto el nombre del Ecuador. En su experiencia como jurado, recuerda especialmente el proyecto de un estudiante de África, que proponía una escuela práctica, en la cual no solo se enseñaban cuestiones generales, sino también a cultivar y ahorrar energía. Considera que en todo el mundo surgen diariamente propuestas como esta, que plantean soluciones medioambientales a partir de los espacios y podrían ser replicadas como una respuesta a deficiencias.  

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Su amor por la arquitectura nació desde muy pequeño, cuando jugaba con bloques, este es un sentimiento que sigue experimentando con los proyectos al empezar a excavar, en ese instante preciso sabe que todo lo diseñado y plasmado en su mente se va a convertir en realidad. Le gusta el proceso desde el inicio, el desarrollo de la idea y cómo avanza hasta llegar a ser la obra final.  Jaime Andrés nos cuenta que su visión sobre la arquitectura ha tenido cambios pequeños, pero importantes, como aprovechar los exteriores para vivir un poco hacia afuera y conseguir una mayor conexión con la naturaleza. Estos espacios son idóneos como puntos de transición de la casa al exterior.

También señala que es embajador de la fundación francesa Jacques Rougerie, quienes se dedican a brindar soluciones arquitectónicas sustentables. Señala que la arquitectura está cambiando y evolucionando a propósitos ecoamigables, en donde las viviendas pueden ser autosustentables y generar su propia energía con pequeños huertos para cultivar alimentos propios.  Para finalizar, Jaime Andrés Marín dice que ser arquitecto es elegir una carrera confortable, que requiere profesionales apasionados que se encuentren siempre atentos a los cambios tecnológicos. Considera fundamental el crecimiento personal continuo, “dar lo mejor de uno mismo”, como la única manera de que nuevas puertas se abran.