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Una casa es una narrativa, refleja estructuras físicas y de pensamiento que evidencian desde la identidad cultural donde se sitúa, hasta las relaciones de poder de sus circunstancias históricas. Ser arquitecto, como toda profesión en la actualidad, se enlaza a una de las características más predominantes de la época: la pérdida de contexto a favor de la hiperproducción.

Una casa es una narrativa, refleja estructuras físicas y de pensamiento que evidencian desde la identidad cultural donde se sitúa, hasta las relaciones de poder de sus circunstancias históricas. Ser arquitecto, como toda profesión en la actualidad, se enlaza a una de las características más predominantes de la época: la pérdida de contexto a favor de la hiperproducción.

Dentro de este marco, surge la pregunta de, ¿qué representa una casa de adobe? Y la respuesta es: depende desde dónde se mire. Para el arquitecto ecuatoriano Pablo Cardoso, existe todavía un estigma que relaciona este tipo de viviendas con pobreza, una calidad inferior de vida, menor durabilidad o resistencia e incluso una percepción estética que podría ser muy crítica a través de un lente postcolonial.

Pablo nos recibe en su hogar, una construcción que sirve como una suerte de espejo: refleja la posibilidad de detenimiento, un recurso escaso que implica entender la vida desde sus propios tiempos y procesos. También, requiere una deconstrucción del pensamiento en cuanto a conceptos de lujo, sostenibilidad, presupuestos y estatus.

Para él,  la maravilla de los Andes reside en ser un territorio con gran sabiduría en su memoria. Y en este sitio se erige su casa: regula su temperatura para mantenerse fresca en el calor y cálida en el frío; sus materiales naturales promueven un ambiente interior libre de toxinas y productos químicos nocivos que se encuentran comúnmente en materiales de construcción convencionales; reduce la huella ambiental y promueve un enfoque más respetuoso con el entorno.

El derecho a una vivienda digna

Cuando era un estudiante de Arquitectura, Pablo se enfrentó al hecho de que su madre no tenía una casa. Este suceso abrió varias interrogantes con respecto a la accesibilidad de la construcción y la necesidad de buscar alternativas. Se planteó como proyecto de tesis la autoconstrucción de este hogar, a través de la utilización de técnicas originarias de los pueblos de los Andes como el adobe y el bahareque.

A partir de este punto, empezó su formación como bioconstructor desde un enfoque clave: propiciar el derecho universal a una vivienda digna. Su abordaje del oficio prioriza los límites del presupuesto de sus clientes y desde esta base propone el diseño. Su práctica profesional requiere la ruptura de ideas limitantes con respecto a materiales y temporalidad, al igual que un involucramiento colectivo.

Para esto, el arquitecto sugiere una confianza en la sabiduría ancestral de la tierra en cuanto a sus prácticas, al igual que un sentido comunitario desarrollado. Su propuesta también prioriza la construcción como un proceso ligado a la vida, por etapas y sin inversiones inalcanzables. Desde esta visión, emerge la permacultura, entendida como un enfoque de diseño integral que busca sistemas armoniosos que imitan los patrones y relaciones de la naturaleza.

Un camino elíptico

La pérdida de contexto, tanto social como histórica y cultural, surge dentro de sistemas lineales con un evidente punto de inicio y fin. Nuestra manera de concebir el progreso se caracteriza por una idea del tiempo que no solo se aleja de los tiempos naturales sino que destruye sus procesos. Como permacultor, Pablo sigue un camino elíptico desde la comprensión de los ciclos y la adaptabilidad de los ecosistemas naturales.

Esta perspectiva invita a considerar la interdependencia y la interconexión de todos los elementos en un sistema, reconociendo que el crecimiento y el cambio son procesos continuos que requieren atención y adaptación constantes. Esta visión nos invita a contemplar la vida y el diseño desde una perspectiva más amplia y holística, en la que el desarrollo está en armonía con los ritmos naturales.

Los principios de la permacultura son un conjunto de directrices éticas y prácticas que guían la gestión de sistemas sostenibles. Abogan por observar y comprender los patrones naturales, aprovechar los recursos renovables y valorar la integración en el diseño. Además, se enfocan en capturar y almacenar energía, obtener rendimientos útiles, auto-regularse y proporcionar retroalimentación, así como en minimizar los residuos y utilizar soluciones lentas y pequeñas.

La permacultura promueve la unión creativa de elementos naturales y humanos. Estos principios se evidencian en la casa de Pablo a través de pequeñas acciones como la recolección del agua de lluvia, el cultivo de alimentos propios, el reciclaje, el uso de materiales constructivos abundantes en el entorno, el involucramiento de artesanos y proveedores locales, entre otras.

Paltanmanta y una mirada hacia el lujo

Paltanmanta es una palabra quechua que significa estar sentado en la tierra con los pies cruzados. Este es el nombre del estudio de diseño fundado por Juana Aguilera y Pablo Cardoso en el 2016. En la actualidad, junto a Andrés Suin, conforman un taller dedicado al diseño de viviendas y mobiliario, además de investigación en bioconstrucción. Realizan experimentos con materiales vivos, tienen un vínculo importante con el arte y refuerzan su compromiso comunitario a través de talleres y un acompañamiento real en los procesos de construcción de una casa.

La bioarquitectura no solo requiere la aceptación de una temporalidad distinta, sino también una revisión de las concepciones estéticas con respecto a lo bello. Usualmente, se liga lo lujoso a lo exquisito en un sentido de lo abundante y difícil de alcanzar. Pablo nos invita a redirigir la mirada hacia lo ancestral, entender el lujo como la calidad de vida y la capacidad de adaptarse a un entorno sin destruir.
Si la casa es una narrativa, la bioconstrucción es el lenguaje a partir del cual se recuperan formas de pensamiento más profundas y subjetivas que han sido opacadas por la visión de la arquitectura como un negocio. El mensaje de Pablo es claro: las alternativas hacia un futuro más inclusivo y libre se encuentran en la observación detenida, el involucramiento desde la comunidad y un regreso hacia lo natural.