Despertar. El llamado de la tierra

Equipo de respuestas de emergencia © EQUIPO INHAUS

En 2024, Ecuador vivió una crisis ambiental devastadora. Más de 40 .000 hectáreas de su patrimonio natural fueron consumidas por incendios forestales, muchos de ellos provocados. Esta tragedia afectó a 22 provincias, 188 cantones y 760 parroquias. Parques nacionales emblemáticos como El Cajas y Podocarpus, conocidos por su biodiversidad y paisajes únicos, vieron grandes partes de sus ecosistemas reducidos a cenizas.

Para comprender la magnitud de esta catástrofe, debemos recordar que Ecuador cuenta con cerca de 4,8 millones de hectáreas de áreas protegidas. Perder más de 40.000 hectáreas representa una herida profunda en nuestra tierra. No son solo números,. sSon hogares de especies únicas, fuentes de agua vitales y reservas de vida que tardarán décadas en recuperarse. Y aunque parezca algo lejano, este desastre nos afecta a todos.

Debemos entender que no somos los creadores del universo, de las especies ni de la naturaleza. Así como no los creamos, tampoco podemos reclamarlos como nuestros. No somos sus dueños. Podemos, en el mejor de los casos, ser sus guardianes, cuidar y proteger lo que nos rodea, pero nunca apropiarnos de ello.

Estefanía Molina © EQUIPO INHAUS

En el mundo cotidiano, lidiamos constantemente con la manera en que definimos lo que nos rodea. Cuando nos referimos a la naturaleza como “eso”, la convertimos enseguida en un objeto inanimado, algo distante y sin alma, con lo que jamás podríamos conectar. Al verla como un simple recurso, la volvemos desechable, algo que podemos usar y disponer a nuestro antojo.

Pero si cambiamos la mirada y nos referimos a la naturaleza como “ellos”, la relación cambia. “Ellos” nos invita a reconocer la vida que hay en cada árbol, río y ser viviente. No necesitamos palabras para comunicarnos con la naturaleza; podemos hacerlo a través de las emociones, del respeto profundo hacia su existencia. Para destruir algo, el primer paso es cosificarlo, quitarle su esencia y volverlo solo un concepto. Le llamamos “medio ambiente”, “biodiversidad” o “recursos naturales” como si fueran categorías externas, ajenas a nosotros. Pero detrás de esos nombres que hemos puesto para conquistarlo, hay vida. Una vida que nos habla y que espera ser escuchada.

Equipo de respuesta a emergencia © EQUIPO INHAUS

Belén Páez presidenta de la Fundación Pachamama nos motival a reflexionar: “Estamos enfrentándonos a una metacrisis”. Y tiene razón. No basta con conmovernos ante las imágenes de bosques ardiendo; necesitamos una autoeducación constante, convertirnos en ciudadanos informados y responsables. Los Andes no pueden subsistir sin la Amazonía, y la Amazonía no puede sobrevivir sin los páramos. Todo está conectado. La destrucción de un ecosistema afecta directamente a nuestras vidas diarias, a nuestra agua, a nuestros alimentos.

Mientras no tengamos ese conocimiento, será imposible tomar decisiones claras. Un incendio forestal no solo conlleva la muerte de múltiples especies, sino que impacta cada rincón de la cotidianidad. Escuchemos a los expertos:

Fotógrafo © EQUIPO INHAUS

Manari Ushigua, líder indígena, nos recuerda que hace 13 .000 años nuestros antepasados enfrentaron una crisis ambiental similar, y todo se debió a la falta de respeto hacia lo que no nos pertenece. El ser humano, parece, necesita vivir las consecuencias para reaccionar. Pero ¿tenemos tiempo para esperar? Nuestra casa no es solo la vivienda en la que habitamos; nuestro hogar se llama planeta Tierra. 

Despertar es la única forma de superar los cambios que estamos atravesando. Despertar implica entender que cada acción, por mínima que parezca, tiene una repercusión directa en el futuro del planeta. Ver el mundo desde el “yo” es pensar de manera limitada. Si pudiéramos verlo el mundo desde el “nosotros”, viviríamos en un verdadero paraíso.

Hoy, existe un mercado global que responde constantemente a la oferta y la demanda. Nos quejamos de lo que consumimos, de lo que el mundo nos ofrece, pero olvidamos que somos la demanda. Si queremos un cambio real, debemos convertirnos en consumidores más conscientes. Solo así el mercado se verá obligado a transformarse hacia un modelo más sostenible.

La crisis que vivimos es compleja, pero no es definitiva. Depende de nosotros decidir si queremos ser meros espectadores o protagonistas de un cambio necesario. El planeta nos observa; es momento de devolverle la mirada.

Voluntarios © EQUIPO INHAUS
Multmedia: