Arquitectura
Simón Vélez: Arquitectura artesanal y vegetariana
Los corazones de las ciudades latinoamericanas suelen albergar calles empinadas, pasados coloniales y personajes extravagantes. Nos encontramos en Bogotá, visitando por primera vez el barrio central La Candelaria, en donde nos espera Simón Vélez. Una puerta negra con graffitis es el acceso al hogar de quien es considerado uno de los arquitectos más influyentes de América Latina.
Los corazones de las ciudades latinoamericanas suelen albergar calles empinadas, pasados coloniales y personajes extravagantes. Nos encontramos en Bogotá, visitando por primera vez el barrio central La Candelaria, en donde nos espera Simón Vélez. Una puerta negra con graffitis es el acceso al hogar de quien es considerado uno de los arquitectos más influyentes de América Latina.
Simón ha sido descrito de varias maneras por diversos medios de comunicación y periodistas. Sin embargo, su definición de sí mismo siempre será la mejor manera de conocerlo: “Yo soy un constructor pirata, en eso soy muy colombiano, me gusta la ilegalidad, la adoro. Los trámites de licencia no me gustan, no tengo tiempo para eso”.
Su casa es un organismo vivo e histórico. Vivo por el verde que lo rodea, con plantas de hojas gigantescas en jardines laberínticos y estanques. Histórico porque no tiene una sola edificación, son varias y le permiten mostrar el desarrollo de sus técnicas constructivas, además de determinados elementos como sus icónicas barandas.
La memoria de la ciudad también está presente en las distintas estructuras de los exteriores, realizadas con piezas de edificios demolidos. Simón señala que la entidad encargada del patrimonio en Bogotá se dedica a tumbar edificios históricos para hacer parqueaderos. Esto permite que fragmentos de un balcón que encontró en el basurero, se posicionen ahora en sus jardines; acompañados de ángeles de piedra y piezas chinas de leones, que llegaron a sus manos por equivocación.
Sentado en la misma mesa en la cual dibuja sus proyectos, con un lápiz para jugar en la mano y una taza de café en la otra, respondió a varias de nuestras preguntas. Iniciamos con sus sensaciones actuales con respecto a la guadua o bambú. Ese material que, utilizado en sus obras como acero vegetal, le ha permitido expandir sus creaciones alrededor del mundo.
Simón: Lo mío no es la guadua, también trabajo con guadua. Cuando me encargan algo sin ella quedo muy agradecido con el cliente. No es que me haya cansado, sino que no es lo único. No me gusta el fundamentalismo, pertenecemos a un trópico cuya característica principal es la biodiversidad y uno como arquitecto tiene que reflejarla.
Añade que le gusta el cemento, el acero y que solo utiliza plástico en PVC. Nos muestra los dibujos de una torre que está haciendo en el Jardín Botánico de Cali. Está diseñada para que se pueda ver el dosel arbóreo en distintas alturas. Simón se considera un arquitecto de techos y todos sus diseños empiezan con este elemento. No utiliza computadora, sus proyectos se conciben a mano y con una finalidad clara: que sean duraderos.
S: Ahora toda la arquitectura es de techos planos y a mí no me gusta porque da goteras. Esta tiene que dar una respuesta al clima y en países que llueve tanto, el clima exige pendientes en los techos. Hay que diseñar para que las cosas sean duraderas, no bonitas. La estética viene sola, la pone el cliente, si tiene buen gusto; si tiene mal gusto, es horrible, aunque tenga un arquitecto que lo haga bien.
Le interesa la decoración de interiores y esto se refleja en cada elemento de su sala. Desde los sillones hasta el piano, que define como un objeto abstracto, que no se parece a nada. Ningún espacio de su hogar sigue la línea del estilo moderno, lo que le interesa es la belleza de determinadas piezas, ya sea por su estética o por su origen de fabricación.
Construir una artesanía
Simón considera que en los países latinoamericanos se construyen artesanías. Señala que esto se debe a que lo prefabricado no funciona y la mano de obra es más barata. Después de la conversación en su sala, nos invita a conocer una construcción cercana, la define como “doméstica” y “nada del otro mundo”.
Caminamos por La Candelaria hasta llegar a un sitio en el que la guadua es el material predominante. El arquitecto comenta que obtener los permisos para iniciar con este proyecto tomó aproximadamente diez años.
Uno de los planteamientos principales de su visión es que la arquitectura debería ser más vegetariana. Cree que el sector de la construcción es demasiado mineral, con materiales como el concreto, ladrillo, vidrios y plástico. Su opinión es que se debe incluir a la industria forestal y vincular lo agro con lo mineral en las edificaciones.
Un puente peatonal en Bogotá, un salón de exposiciones en México, un hotel de lujo en China, un templo sin religión cerca de Cartagena; estos son algunos de los proyectos que ha realizado Simón alrededor del mundo. Un factor clave para comprenderlos es la solución constructiva de la cimentación de piedra o concreto, que a través de anclajes metálicos, soporta la estructura de guadua. De esta manera, los materiales orgánicos nunca tienen contacto con el terreno y se cumple con la protección del diseño.
S: Si tú no proteges lo que diseñas en cinco años está pudriéndose. Uno tiene que construir para 500 años, para que las cosas con su vejez, se vuelvan incluso más bonitas. La buena arquitectura no es la efímera, es la que tiene duración en el tiempo.
Trascendencia
Cuando le preguntamos a Simón qué siente con respecto a ser catalogado como uno de los arquitectos más influyentes de Latinoamérica, responde: “no sé a qué se refieren con eso”. Habla con entusiasmo de la belleza de la arquitectura japonesa antigua, del golf y de la importancia de aprender a hacer barandas. Su personalidad es atípica y de creencias firmes. Se considera un hippie porque no le gusta cortarse el pelo ni hacerse la barba, y tiene un gran sentido del humor.
La armonía, modulación, solución estructural y elección de materiales determinan el valor de su obra y de su evidente trascendencia en el tiempo. Nos despedimos después de un recorrido por jardines salvajes y varias edificaciones realizadas por este arquitecto. Se cierra la puerta negra con graffitis y el centro de Bogotá nos espera con su rumor cotidiano.