Martín Dulanto: La importancia del entorno

Martín Dulanto © Fotografía por INHAUS ESTUDIO

¿Es posible que el oficio arquitectónico no tenga más pretensiones que las reales y en consecuencia sea respetuoso con su entorno? Para el arquitecto peruano Martín Dulanto la respuesta es sí. Esta afirmación tiene una relación muy estrecha con su concepción de la vida y el entendimiento de la sensibilidad como una manera de ampliar las oportunidades de su profesión.

¿Es posible que el oficio arquitectónico no tenga más pretensiones que las reales y en consecuencia sea respetuoso con su entorno? Para el arquitecto peruano Martín Dulanto la respuesta es sí. Esta afirmación tiene una relación muy estrecha con su concepción de la vida y el entendimiento de la sensibilidad como una manera de ampliar las oportunidades de su profesión.

Martín se graduó en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas y desde el 2012 maneja su propio estudio. Tuvo experiencia en la docencia y fue acreedor al segundo lugar en la Bienal de Arquitectura Joven en el 2013 por su proyecto Casa Seta.

En su obra se reflejan diversos factores, uno de los más interesantes es la intervención sutil en el terreno. Él considera que las creaciones son reflejos de las decisiones cotidianas y personales. Así, su calma y gustos simples se transparentan en soluciones estructurales o de materialidad en sus diseños.

En esta edición de “Visionarios” les traemos una conversación con un profesional que considera que la Arquitectura es mucho más que una carrera técnica y de optimización de recursos.

Casa Lapa, Martín Dulanto ©

¿Qué es lo que define la identidad de un proyecto?

Martín: Tiene que ver con la humildad con la que se relaciona y exalta su entorno. La identidad de una obra se define por una fuerte capacidad de respeto y de sintonía con sus raíces, como si pasara por un ejercicio de reconocerse, identificarse y valorarse. En la medida en que uno haga este ejercicio en un lugar, llegue a ciertas conclusiones y las respete, va a ser fiel a su esencia.

Como arquitecto y después de la experiencia mundial que se tuvo sobre qué significa “habitar” con la pandemia, ¿cuál es tu manera de concebir el espacio?

M: La versatilidad de los sitios y la necesidad de luz siempre estuvieron presentes en mi obra. Está muy relacionado a la simpleza. Esto se aplica no solo a dimensiones, por ejemplo, tengo clientes que quieren casas enormes y yo trato de que sean pequeñas para poner en valor el terreno, con más vegetación o jardín. Sino también a los materiales, nunca he necesitado porcelanato carísimo o barandas de acero, podemos haberlo usado, pero no por eso pensamos que el proyecto sea mejor. El lujo va más por un tema espacial que material.

Casa Granada, Martín Dulanto ©

¿De dónde parte la decisión de utilizar elementos de tonalidades fuertes como piscinas amarillas o escaleras naranjas dentro de diseños en los que predomina el blanco?

M: En la playa te permiten un pequeño porcentaje de color, que ellos esperan que sea marrón o gris. Tiene que ver con un tema lúdico y salir de lo convencional. En el caso de las escaleras, se trata de convertirlas en elementos escultóricos, estructuras que puedas habitar y utilizar. En algunos casos, como la escalera en la casa blanca, toma mucha más fuerza si tiene un tono que justamente contrasta con el blanco.

Al hablar de Casa Seta, ¿en qué consiste el reto estructural de excavar un volumen?

M: Me encanta lo natural y yo creo que en la arquitectura lo más básico y primitivo podría ser cuando los primeros seres humanos estaban en cuevas o cavernas. Esa espacialidad para mí es alucinante, cuando tú tienes una cueva no estás simplemente bajo un techo, estás en un área que tiene alturas distintas. Sobre todo al principio, era empezar a jugar con esta idea de la casa como un bloque sólido que puede ser habitado. Si tú la ves es una cajita, pero que posee un reto estructural. Tiene un solo piso y queríamos crear un nivel de estructura bastante complejo. Cuando la gente pasa y la ve no entiende cómo no se cae. Me gusta que nuestras obras tengan ciertos detalles desconcertantes o distintos.

Casa Seta, Martín Dulanto ©

¿Cuál es la relación de tu obra con la luz? ¿De dónde parte la decisión de utilizar grandes ventanales?

M: Yo creo que el Perú tiene condiciones que permiten ciertas soluciones. No tenemos climas extremos y eso nos permite experimentar. La abundancia de luz y  vegetación, por un lado, te dan sensación de amplitud, así el cliente siente que su hogar es más grande. Pero por otro lado, y creo que eso es más importante, te dan sensación de bienestar y confort. Siempre hay una tendencia a entender que la casa no termina donde están los muros, sino que hay una relación tanto física como visual con ese exterior y eso es fundamental. 

¿Existe un punto en el que tus obras desdibujan el límite entre la construcción y el quehacer escultórico? 

M: Yo creo que siempre. Lo que pasa es que es un ejercicio que hacemos, te soy sincero, sin pretensiones. Entonces, siempre concibo los proyectos como si pudiera agarrarlos, casi como una pieza o un juguete. Lo que pasa es que tener una pieza así frente a ti te permite realmente observar y, como consecuencia, pensar y proponer todos los rincones. Y eso hace que no tengas lugares residuales. No hay nada que quien observa pueda decir: eso no fue diseñado.

A Martín Dulanto le interesa hablar de su arquitectura como el espacio que se crea entre el entorno y lo que se está construyendo. Sus más grandes referentes son Marcio Kogan y Ricardo Bofill, y considera que la música de los noventas es una gran estimulación en sus procesos de diseño. El mayor peso de sus creaciones no se encuentra en los recursos ni en la técnica, sino en la posibilidad de disfrutar de un proceso intuitivo y libre.

Casa Topo, Martín Dulanto ©