Santiago Guillermo: Dos veces hiperrealismo

De origen humilde, el menor de una familia de ocho hermanos, el pequeño Santiago agobiado con cirugías ganó su primer concurso de pintura, se supo capaz creando trazos iguales y mejores a los de los niños de su edad. El arte fue presentado al pequeño por alguna alma bondadosa en el centro de rehabilitación física San Juan de Jerusalén, cuando a los cinco años los colores mojaron la planta de sus pies desnudos…

De etapas y dificultades

Santiago Guillermo inició con un arte hiperrealista en el que quería mostrar la belleza del mundo, luego pasó a un lado oscuro para mostrar el dolor a partir de la denuncia social: feminicidios, mendicidad, niños abusados sexualmente y ahora tímidamente aparecen una de esas obras más conceptuales que, sin embargo, no tienen el mismo atractivo para sus clientes, nos aclara porque el arte es su sustento, sí, en un país en donde eso es casi imposible.

No asombra, aunque entristece, que haya habido días en los que no tuvo qué poner en la mesa que comparte con su esposa y su hijo de dos años -una familia que en algún momento pensó imposible-. Un curador internacional tasó sus cuadros en hasta medio millón de dólares… ¡qué irónico!

Una necesaria doble mirada

Frente a sus cuadros no necesitas saber su historia porque son impecables, pero indiscutiblemente hay un valor agregado en que ese lienzo haya sido pintado con el pincel en la boca (una técnica que le resultó más precisa y descubrió a los 18 años luego de experimentar con los pies y con las manos casi inertes sosteniendo la cartulina con los pies).  

Él, hombre de profunda fe, asegura que Dios está atrás de todo: “…a donde quiera que voy con la pintura o dando charlas de motivación siempre le pongo en primer lugar. Una persona no se debe a sus propios esfuerzos. Yo me veo, yo soy un milagro. Hay un ser supremo que pensó antes que yo naciera así, que eligió este diseño de mi cuerpo para poder alcanzar muchas cosas. Si hubiese sido una persona normal, entre comillas, no hubiese salido de país, y he logrado a pisar 12 países” y sueña con poder vivir, y estudiar en Europa, ojalá en Francia -en donde expuso con mucho éxito-, para seguir en lo suyo con nuevos aprendizajes y objetivos.

Hay que decir que, aunque él este muy agradecido, los apoyos han sido puntuales y luego la realidad vuelve a llenar su taller, en donde debe concentrarse en los encargos que pinta con total entrega, ese espacio en donde es difícil ver una obra suya -excepto la del ajedrez y la que está en su caballete- porque no tiene ya ninguna, porque cada una ha significado sobrevivir en todos los sentidos que pueda entenderse esa palabra.