Cuando el fotógrafo de naturaleza, viajero y ambientalista, Roberto Valdez —Robinski—, me pregunta si he tenido la oportunidad de subir al Cotopaxi, me quedo callada.
Una niña de doce años entra a un museo. El museo es grande, mejor dicho, gigante. Mientras recorre las salas con sus padres, siempre un paso adelante de ellos, sus ojos lo devoran todo y, cuando el asombro se apodera de ella, señala y los invita a degustar: desde Picasso hasta Van Gogh. La niña se detiene a ver como quién descubre el mundo; con entusiasmo y curiosidad, mira y vuelve mirar.